En plena dictadura cívico-militar en Chile, Enrique Lihn presenta una obra de protesta desde Chile, es decir, no desde el exilio ni la seguridad de otro país, sino desde la represión misma, de una forma brillante, pues muchos otros artistas murieron o desaparecieron por mostrar ideas similares de resistencia. El dibujo presentado representa al artista en tiempos de violencia, tratando de subsistir a las miradas opresivas, pero también curiosa de su persona. El artista vuelto una comedia, un cómico que cuenta las verdades desde la risa y la tontera, como un bufón en la corte medieval, el único en todo el reino que puede decirles sus verdades al rey y vivir para contarlo.
Creo que la obra de Lihn simboliza al artista que reclama contra la crueldad, el cinismo y la estupidez del chileno de la dictadura, que vive su vida sin ver o bien, sin querer ver, lo que pasa a su alrededor. Que prefiere la quietud tranquila y silenciosa a su alrededor, aunque eso implique estar dentro de un cementerio. Por supuesto, este artista reclama contra el dictador y sus secuaces, pero también contra el ciudadano que intenta mantener una idea de paz y de orden, negándose a ver lo que pasa a su alrededor. Lo hace desde la sutileza y la burla, manteniéndose al borde de la sociedad, como una mosca molesta que nos obliga a ver al cadáver exquisito dentro de la habitación.
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