domingo, 21 de diciembre de 2014

"El Cumpleaños" de Marc Chagall




Esta pintura de Chagall de 1915, es un óleo sobre cartón, de 80x100 cm, y al parecer trata de una cumpleañera que recibe flores de su amado (que en este caso, es el propio autor saludando a su amada de toda la vida), sintiéndose tan feliz por estar juntos, que parecen volar en el aire. 

La obra de Chagall en general tiene varias formas de interpretarse, de ese modo trascienden la visión del propio del autor pues lo que expresen sus pinturas dependerá en gran medida de quién las observe. Para mí, por ejemplo, se siente completamente diferente a un alegre cumpleaños. La expresión de los amantes parece cargada de una melancolía y oscuridad trágica que me lleva a pensar más que en un cumpleaños, en el aniversario de muerte del hombre de camisa verde y que ahora visita a la mujer desde el más allá. Basta con ver el cuerpo flotante del hombre en camisa verde con su piel en tonos grises, como la ceniza, para imaginarlo como un fantasma, mientras que ella, aunque igual de pálida, no parece salida de una urna, pero sí de un funeral. Por otro lado, la mujer parece sorprendida de verle de pronto y besar sus labios, es posible que estuviera de luto y pensando en él. Ella lleva flores en sus manos, tal vez para él o incluso lleva las flores que él le había regalado antes de su muerte. No quiero decir con eso que el cuadro dé miedo o sea espeluznante, sino más bien triste, melancólico. 
Imagino que así pasaría si muere la persona que más amamos y quien más nos ama a nosotros: tal vez nos rondarían, o nosotros les rondaríamos a ellos.
Obras como "El cumpleaños" nos reconectan con la humanidad entera, con cada uno de nosotros, que cuando amamos de verdad creemos inocentemente que nadie ha amado nunca tanto como nosotros, y cuando perdemos a esa persona amada, creemos que nadie más ha sufrido tanto, que sólo nosotros hemos muerto también al morir esa persona. Este tipo de pinturas nos recuerda que todos podemos llegar a amar así alguna vez, y que la muerte propia o del amado es inevitable, que ahí están ellas, las pinturas, para recordarnos que entienden la situación por la que estamos pasando (y hasta se mofan un poco de nosotros porque pudieron plasmarla en imágenes mientras nosotros, con suerte, podemos expresarla en palabras) y nos invitan a reconcernos uno más del montón, uno más entre tantos millones que han amado de verdad, pero no por eso menos importantes, no por ello menos intenso.